jueves, 27 de septiembre de 2007
Mensaje de San José

Queridos hijos, me comparan con la vid. Así como ésta lanza sus ramas hasta alcanzar los árboles más altos, así yo he alcanzado a las más altas vírgenes y a las más altas cumbres de santidad. El naranjo, el árbol de morera y los demás árboles son más grandes que la vid, pero ninguno de ellos puede lanzar sus ramas hasta la cima de los árboles e incluso pasarlos, como la vid. Así soy yo también: yo perdono a los otros santos en todas las virtudes, en el amor y en un grado de santidad. Lanzo mis ramas sobre las suyas como una vid que se eleva y pasa las ramas de otros árboles. Es cierto que solo Jesús y María tuvieron méritos y gracia para satisfacer a todos los seres humanos, pero yo también, con mi amor, con el grado de santidad y virtudes que alcancé, pude, después de Jesús y María, ser el que más pudo satisfacer a los hombres ante Dios, nuestro Señor. Soy como el cedro del Líbano. Así como éste excede a toda otra vegetación con su altura y grandeza, así yo también excedo a los santos en santidad y virtud. Me comparan con el arcoíris. Así como éste tiene múltiples colores, así yo poseo múltiples virtudes en mi santísima alma. Y así como los colores del arcoíris son variados entre sí, así también variadas eran Mis virtudes para formar en Mi alma el iris de belleza, santidad y perfección. El que se entrega a Mí; el que es dirigido por Mí; el que es guiado por Mí; alcanzará grandes alturas de virtud y santidad. El que Me sigue; el que es guiado por Mí; el que no tropieza, no tropezará... no caerá. Los que Me aman alcanzan la perfección. Los que Me desean recibirán la vida eterna. Paz.