Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
sábado, 5 de noviembre de 2016
Mensaje de María Santísima

(María Santísima): Hijos míos, hoy os llamo a crecer, a crecer cada vez más en santidad, para que podáis ocupar una de esas hermosas moradas que mi hijo Jesús prepara para los que se santifican, para los que le aman en el Cielo.
Preparaos porque el tiempo se acaba y pronto Mi hijo Jesús volverá a vosotros sobre las nubes del Cielo en la gloria. De repente, cuando la gente mire a Mi Hijo Jesús volverá y pondrá fin a la carrera de pecado que todos han emprendido en este mundo.
He aparecido en muchos lugares del mundo, pero están vacíos y a nadie le importa nada. Por eso vendrá Mi Hijo Jesús y aplicará una justicia terrible, porque la humanidad fue advertida por Mí miles de veces para que se convirtiera, para que volviera a Dios y no obedeciera.
Sí, sonará la hora de la Justicia, y entonces seré Yo quien se reirá, y ya no los pecadores, que ahora se ríen de Mis Mensajes. Si vosotros, hijos Míos, no queréis llorar en la hora del látigo de la justicia divina, convertíos, cambiad de vida ahora que es tiempo de misericordia.
He dado aquí miles y miles de Mensajes, pero nadie los lee, nadie los escucha, nadie los medita, eran palabras caídas en un inmenso desierto. Al menos vosotros, hijos, que aún tenéis un poco de luz en el corazón y en el alma, meditad en Mis Mensajes, porque en el tiempo del Castigo querréis escuchar Mis Mensajes, pero no, ya no podréis.
Así que grabad ahora Mis Mensajes en vuestros corazones, para que verdaderamente en ese tiempo de Castigo sepáis qué hacer. Y así, tened siempre la Luz iluminando vuestras almas y vuestros corazones.
Difundid más Mi Mensaje de Bonate, fueron pocos los que obedecieron el Mensaje que di hace meses, y que se esforzaron por difundir Mi Aparición al mundo. Difunde más Mis Apariciones en Bonate y haz que todos obedezcan lo que pedí a través de Mi hijita Adelaida.
Seguid rezando Mi Rosario cada día, porque no hay oración mejor, ni más poderosa que la de Mi Rosario que tiene el saludo Angélico, que fue el principio de la salvación del mundo.
A todos bendigo con amor Bonate, Montichiari y Jacareí».
(Santa Lucía de Siracusa): «Queridos hermanos míos, yo, Lucía, vengo hoy de nuevo del cielo para pediros: Creced en santidad, sed verdaderamente llamas de amor que arden con Dios y con la Madre de Dios orando cada vez más.
Cuando digo rezando cada vez más, no se trata sólo de un aumento de las oraciones, sino también de un aumento del deseo de vuestros corazones, de la sed de Dios en vuestros corazones. Es también un aumento de la intensidad del amor con el que oráis.
Para rezar más y más intensamente es necesario, en primer lugar, dar poco a poco más espacio a la oración en vuestras vidas. También es necesario desprenderse de todo lo que obstaculiza la oración, de todo lo que desvía el foco de tu oración, tus pensamientos durante la oración.
También es necesario renunciar a algún placer cada día, para que vuestras almas no estén pesadas y atrapadas, esclavizadas a las cosas y a los placeres del mundo cuando vayáis a rezar. De este modo, vuestras almas ascenderán más fácil y rápidamente en la contemplación, en unión con Dios y con Nuestra Santísima Reina. Por último, en la oración también es necesario proponerse al día siguiente rezar mejor, rezar más.
Y, sobre todo, alejaos de las cosas mundanas que pueden debilitar vuestras almas en la oración, hacerlas esclavas del demonio, del pecado y de los placeres. Para que así vuestra oración sea cada día más intensa, más ardiente y más fuerte.
A los que están atados a algún pecado y no pueden liberarse, les recomiendo el Rosario, porque el Rosario es la más poderosa de todas las oraciones y salvará incluso al alma ennegrecida por el mayor pecado del mundo.
Rezad el Rosario, experimentad y veréis como al final el triunfo será de la Madre de Dios en vuestras almas y en vuestras vidas.
A todos bendigo con amor Siracusa, Catania y Jacari».
Amado hermano Carlos Tadeo, Yo, Luzia, te bendigo hoy con amor y te digo: Acércate más a Mí, échate cada día más en Mis brazos y verás como Yo también te cuidaré con amor, con cariño y no permitiré que ningún mal se acerque a ti.
Cada día ofrezco mis méritos ante el Señor y la Madre de Dios por ti y siempre he obtenido gracias y favores para ti. No tengas miedo de nada, pues estoy a tu lado, la serpiente infernal te odia y por eso te causa muchos, muchos sufrimientos, tribulaciones.
Pero, Yo estoy a tu lado, te cubro con mi manto y te protegeré siempre, nunca te dejaré sola y aplastaré pronto la cabeza de esa serpiente, para que puedas correr de verdad rápido, avanzar velozmente por el camino de la santidad sin nada que avergüence tus pies.
Confía en Mí, en el momento oportuno del Señor, en la hora de la gracia serás sorprendido con muchas gracias, bendiciones e incluso milagros de Mis manos. He ofrecido continuamente los méritos de mi vida y de mi martirio por vosotros y pronto os prepararé una nueva y resonante gracia.
Ahora os bendigo con amor y os doy mi paz».
(San Gerardo): «Queridos hermanos, yo, Gerardo, vengo de nuevo del Cielo para deciros: Sed jazmines de amor para la Madre de Dios. Dadle cada día el dulce perfume de vuestro amor y de vuestra oración hecha cada vez con más amor.
Imitadme buscando siempre allí un lugar reservado para mí en el silencio y en la dulce intimidad con Ella, creciendo cada vez más en unión con Ella a través de la oración profunda e intensa.
Renuncia a todos los pensamientos y a todas las cosas que durante la oración quieran desviar el foco de tu oración y tu atención de Ella. Medita sus Mensajes con amor y, sobre todo, intenta renunciar cada día a algo que te aleje de Ella, a algo mundano que quiera apartarte de Ella o alejarte de Ella.
Sé jazmín de amor a Ella rezando cada vez con más amor tu Rosario, imítame en el amor ardiente del Rosario, el Rosario que Yo rezaba con amor cada día.
¡Ah, Mi Rosario! Era el combustible y el alimento de mi llama de amor a Dios y a la Madre de Dios cada día.
Mi Rosario era, siempre fue mi Cielo en la tierra, Él era mi fuerza, Él era mi refugio y mi protección en todas las tentaciones que no faltaban en mi vida.
Cuántas veces el infierno quiso desanimarme, sea por las dificultades que ponía en mi camino, sea también por las tentaciones que siempre presentaba para hacerme dejar el servicio de Dios, de la Madre de Dios y volver al mundo.
Lo ganaba todo con mi Rosario, ganaba mi yo a la carne, ganaba al demonio y al mundo con el rezo de mi Rosario, que podía mucho más que cualquier otra mortificación o penitencia que hiciera en mi vida.
Sí, cuando rezaba el Rosario sentía que Mis fuerzas se centuplicaban dentro de Mí, que la Llama de Amor de la Madre de Dios dentro de Mí crecía enormemente. Y entonces todo se volvió fácil para Mí, las demás oraciones, los deberes de la regla de Mi Orden Religiosa también las penitencias, los sacrificios, la caridad. Finalmente, todo lo que tenía que hacer por muy duro que fuera, si Me hacía dulce y suave, fácil porque el Rosario Me daba la fuerza y el poder de hacerlo todo con amor.
Si vosotros también queréis vencer en la vida, es decir, vencer al mundo, al demonio, a la carne. Y si de verdad queréis ser santos amad el Rosario, rezadlo sin cesar y de verdad venceréis todo como Yo.
Y seréis jazmines de amor para la Madre de Dios, que le dará cada día el perfume celestial del amor, que Ella quiere encontrar en todos los que estáis aquí, a los que ha llamado para ser flores místicas de su jardín celestial y materno.
Yo, Geraldo, os quiero mucho y estoy siempre cerca de vosotros y nunca os abandono, rezad siempre mi Rosario y derramaré sobre vosotros grandes gracias.
Convertíos sin demora, pues el tiempo se acaba y pronto la risa de los pecadores se cambiará por el crujir de dientes cuando el látigo de la Justicia Divina les golpee de repente.
A todos, bendigo con amor desde Muro Lucano, Materdomini y Jacareí».
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