Mensajes de diversas orígenes

 

domingo, 20 de julio de 2025

Sólo el Abandono Trae Expansión al Hombre, y las Alas del Alba Pueden Entrar en el Alma y Llevársela

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a Christine en Francia el 17 de julio de 2025

 

[Madre Ana] Mi amada hija, ocupa tu lugar en el Cielo, y el Cielo te llevará en su seno. Todo hombre es llamado al Hogar, y todo hombre es esperado, pero ¿qué puede esperar quien niega o rechaza al Señor? Sin embargo, la bondad del Padre, que es eterna -Él, cuyo Corazón benevolente sólo desea salvar a los Suyos y cubrirlos con Su manto de Luz-, espera al alma hasta el último momento, el momento definitivo, para salvarla y conducirla a Su Sol de Gloria, donde será enseñada, amada, querida y guiada por el camino de la perfección. Cada alma es un tesoro, y cada alma es un joyero en el que late el Corazón del Padre y la inunda con Su Luz eterna. El hombre sólo puede encontrar la paz en la abstinencia, que le aporta amor. ¿Por qué? Porque en la abstinencia se purifica y es purificado, y en el trabajo interior nace en el hombre el espacio de vida que le trae la Morada del Padre, que es toda plenitud, toda grandeza, toda Luz. Así, se da al hombre el abandono. Sólo hay una condición: el fiat en el corazón y la entrega del alma a la Toda-Divinidad.

Mi amado hijo, la morada interior, embellecida y hermoseada por la Presencia del Padre, lleva en sí un nuevo amanecer, una nueva vida, una fusión de amor y fuegos eternos. Sólo la entrega trae la expansión al hombre, y las alas de la aurora pueden precipitarse en el alma y llevársela.

La oración, hija, es el tiempo del uno a uno, de la entrega, del corazón al Corazón en el Corazón divino, del corazón del hombre al Corazón del Padre, del corazón al Corazón en el todopoderoso Corazón divino que se entrega en el hombre para traerle un río de Agua viva. En el silencio, que el hombre se recoja, que se acoja, y en la expansión de la entrega y del abandono, se abrirán las compuertas del espíritu y, en el silencio del recogimiento total, el alma volará hacia los atrios de su Señor.

Hija mía, la celebración está en la entrega, el regocijo en el dar y la alegría en el sacrificio, pues quien sacrifica su corazón por amor al Amor encuentra el camino, el único camino que le conduce a los confines del Corazón. La Paz es la tranquilidad del ser y la tranquilidad del orden. La paz es el descanso del alma. En la paz, el hombre se convierte en luz, pues la paz es la Luz del Altísimo, paz que trae la plenitud, y plenitud que trae la semilla del vuelo, pues toda vida de amor es vuelo, y todo vuelo es Luz de Fuego. Pero hay una acción que es mayor que todas las demás, el abandono en la entrega, la entrega total, completa, que en el hombre trae la victoria en la humildad. Sin humildad, no hay victoria. Victoria: el aplastamiento, la aniquilación del ego, de la pequeña y engorrosa personalidad en el hombre.

La rendición es un don. El que se entrega se da a sí mismo, y en la entrega no hay vuelta atrás.

¡Avanza y camina recto! ¡Avanza y camina recto, y fija tus pasos en la rectitud!

El Cielo, siguiendo los pasos del sembrador, viene a recoger la semilla y a llevarla cada vez más alto, a la Gloria del Altísimo, donde florecerá y dará fruto, ¡el fruto del amor!

¡Vigila y nunca desesperes!

No sigas los pasos del mundo, sino los del Cielo, que desciende para elevarte a Su Morada.

Aprende a amar a la hormiga más pequeña, al insecto más emblemático, incluso al aguijón de la avispa, porque toda prueba es una batalla, toda batalla conduce a la rendición, ¡y la rendición conduce a la Luz! La Luz brilla en la oscuridad, y la Oscuridad se derrumba.

La verdad, hijos, es Luz, y la Luz brilla en la Oscuridad, y la Oscuridad muere. La entrega, hijo, es Luz, y la entrega es una fuente viva.

Pon tus pies en los escalones del palacio, y tus pasos seguirán el camino del Justo, el único Justo, el Hijo, el Hijo del Dios vivo, la Morada eterna, la Verdad. Cásate con la Verdad, y tu corazón dará semilla en la alegría. Hijos, mantened el manto de la humildad y tomad el camino de la entrega, y trabajad en silencio. Entonces tendréis la Verdad como morada y caminaréis por la senda correcta. Pero rezad en todo momento, pues la oración es entrega.

(1) En su obra «La Ciudad de Dios», San Agustín define la paz como «la tranquilidad del orden».

Origen: ➥ MessagesDuCielAChristine.fr

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