Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
jueves, 5 de mayo de 2016
Día de la Ascensión.
El Padre Celestial habla en la iglesia doméstica de Gotinga a través de Su instrumento Ana.

Hoy, 5 de mayo de 2016, celebramos la fiesta de la Ascensión. Él mismo ascendió hoy a los cielos con la Divinidad y la humanidad al Padre para enviarnos el Espíritu Santo.
Tanto el altar del Sacrificio como el altar de María estaban hoy no sólo bañados de resplandeciente luz dorada, sino también abundantemente decorados con flores y velas. El cirio pascual se ha apagado hoy, porque el tiempo pascual ha terminado. Hoy nos preparamos para la fiesta de Pentecostés con una novena al Espíritu Santo.
Los cuatro evangelistas también estaban iluminados y bañados en esta luz resplandeciente durante la Santa Misa del Sacrificio, al igual que Jesús Misericordioso, San Miguel Arcángel, San José y, sobre todo, los dos ángeles del Sagrario. Jesucristo Resucitado, en nuestro altar, levantó la bandera de la victoria durante la Santa Misa Sacrificial. Quiso decirnos que Él es el Vencedor, Vencedor de la vida y de la muerte.
El Padre Celestial también hablará hoy: Yo, el Padre Celestial, hablo ahora, y en este momento, a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana, que está totalmente en Mi Voluntad, y repite sólo palabras que vienen de Mí.
Mi amado pequeño rebaño, Mis amados seguidores, Mis amados creyentes de cerca y de lejos. Os daré información especial hoy, en esta fiesta especial, la Fiesta de la Ascensión de Mi Hijo, Jesucristo. Me gustaría transmitiros la alegría para que desaparezca un poco de tristeza en vuestros corazones.
Mi querido grupito, os agradezco que perseveréis, porque una persona del grupito está actualmente en el hospital y gravemente enferma. Rezáis mucho por ellos y sufrís. Recordad, hijos Míos, especialmente Mi amado grupito, que es un mundo que sufre y el amor sufre. No podéis comprenderlo, porque vuestro Padre Celestial necesita estos sacrificios especiales en este momento. Tú, Mi pequeña Ana, has sido elegida para llevar y experimentar esto especialmente en tu corazón, porque Jesús, Mi Hijo, sufre en tu corazón. No sólo tú sufres, sino el gran Dios. ¿Puedes comprender esto, Mi pequeña amada? Ciertamente que no. Tú has preguntado: «¿Por qué permites este sufrimiento? No lo comprendes. Pero este sufrimiento se convertirá un día en alegría, cómo, no puedo transmitirte esto, porque Yo, el Padre Celestial en el cielo, lo sé todo solo. Cómo es mi plan y mi voluntad, eso sólo lo sé yo, y no os informaré de ello. No os enredaréis en preocupaciones, sino que podréis disfrutar hoy de esta fiesta.
Jesús, Mi Hijo, ha ascendido al cielo y está sentado a Mi derecha. Él es el vencedor y ha izado la bandera de la victoria. Por eso podéis regocijaros en Él. Él os enviará el Espíritu Santo, el Espíritu de la verdad, y sabréis que Él es el Gran Creador Omnipotente y Omnisciente del cielo y de la tierra. Podrá alegrarse de vosotros, de vosotros, sus elegidos, que queréis cumplir su voluntad.
Mis queridos pequeños, ¡aguantad! Fortaleceos en la fe, fortaleceos en la oración, sobre todo en la perseverancia, en la fidelidad. Si me juráis fidelidad a mí, el Padre celestial, estaréis protegidos en todo. Incluso en los sufrimientos más pesados podréis soportar, sólo entonces, amados míos, sólo entonces. Lo que se os viene encima es demasiado pesado para que lo llevéis humanamente solos. Recibís el Poder Celestial, y en este Poder Celestial soportaréis muchas cosas que no corresponden a vuestros deseos, sino a mis deseos y a mi voluntad. A vosotros os parece casi insoportable y, sin embargo, este sufrimiento es especialmente importante para el mundo entero, para toda la Iglesia Católica y Apostólica, porque, como sabéis, yace en el suelo y está completamente destruida.
Mi Hijo, Jesucristo, ha sido apartado durante mucho tiempo, y Yo, el Padre Celestial, sufro en el cielo. Necesito más tu consuelo, y tú me lo das a diario. Haré maravillas, y estas maravillas serán visibles. No puedo evitarlo, amados Míos. No quiero destruir Mi mundo. Mi mundo, que Yo he construido. Mi Santa Iglesia Católica y Apostólica nunca perecerá, pues las puertas del infierno no podrán con ella.
El maligno sigue actuando. Ni cree que obtendrá la victoria. Pero Yo, el Padre Celestial, izaré la bandera de la victoria en la Trinidad. Cree y confía. Incluso en el sufrimiento más profundo, tu Padre Celestial está presente.
Serás rechazado, serás vilipendiado, serás acusado. Esta denuncia de que rezas y perseveras, y de que has entrado en Mi lugar de gracia Wigratzbad, por eso has recibido una orden de castigo. Mi sacerdote debe pagar 2.800,- euros y Mi pequeño mensajero elegido 1.800,- euros. Deseo que transfiráis estas dos cantidades y os entreguéis voluntariamente a Mi voluntad. Mi deseo y voluntad es que el mundo sepa que el que cree, reza y persevera, es acusado y perseguido. El mundo no puede comprender que también se le procese ante un tribunal. Pero Yo, el Padre Celestial en la Trinidad, soy el vencedor de la vida y de la muerte. He planeado todo para ti, y no te cansarás de cumplir mi deseo y voluntad porque lo sientas: Sólo existe la verdad, sólo existe el amor. Este amor fluye en nuestros corazones. A través de este amor del Dios Trino, podremos realizar todo lo que el Cielo desea de nosotros.
Así pues, te bendigo hoy, en esta alta fiesta, la Fiesta de la Ascensión de Cristo, con todos los ángeles y santos, especialmente con tu queridísima Madre, la Madre y Reina de la Victoria, el Dios Trino, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.
Se te ama y se te protege. Aguanta hasta el final. Amén.
Órdenes penales del tribunal de distrito de Lindau.
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