Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania

 

viernes, 3 de octubre de 2008

Fiesta de Santa Teresa.

Jesucristo habla durante la visita a Maria S. en Würgassen a través de Su instrumento Anne.

 

Jesucristo habla ahora: Yo, Jesucristo, hablo hoy a través de Mi instrumento Anne, dispuesta, obediente y humilde, a Mi hija moribunda, María. Querida María, Mi hija, Mi hija, te he prometido llevarte a casa a la gloria eterna. Vendré a buscarte y estaré junto a tu cama.

Quiero recompensarte por todo lo que has hecho aquí en la tierra. En las moradas eternas se te permitirá ver Mi gloria para siempre. Los ángeles te acompañarán en este camino. Sobre todo, te envío a Mi queridísima Madre, quien vendrá a buscarte. Ya te está esperando en la puerta del cielo. No tardará mucho, entonces respirarás por última vez. La última respiración Me pertenece a Mí, Mi hija. Eres Mía para siempre. Te lo he prometido y te agradezco de nuevo por el amor que me has mostrado con tu esposo.

Te he preparado para la dicha eterna. Es mucho, mucho más hermosa de lo que puedes imaginar. Estás lista, y serás Mía para siempre. Qué hermosa es tu vida eterna allí, qué hermosa, Mis hijos. Todavía puedes esperar, pero tú también serás preparado para las vistas eternas del cielo.

He extendido Mis brazos, los he bajado de la Cruz y abrazo a Mi querida hija. Ella lo tiene fácil, cuando cae en Mis brazos, entonces se siente segura. Se despide de la vida terrenal. Ha hecho muchos sacrificios por Mí para la salvación de muchas almas, quienes vendrán a recogerla en la Puerta del Cielo y agradecerle.

Mis amados, vosotros que podéis mirar a la muerte a los ojos aquí, mirad Mi cruz, miradme. Yo soy el Salvador y el Sanador de vuestras almas. Cuando dejo que Mi luz fluya en vuestros corazones, entonces se vuelve brillante y sobrenatural. La tierra todavía te sostiene. En la tierra hay agonía y el camino es pedregoso, pero irás por este camino porque te acompaño y porque has aceptado querer ir por este camino en Mi sucesión. Por esto te agradezco. Todavía lleva a muchas almas a Mi eternidad. Esa es tu tarea, que te mantiene en el mundo terrenal. Pero la dicha también te espera a ti.

Ahora me gustaría bendecir, amar y proteger a Mi querida hija María. Te espero, querida hija. Eres Mía para siempre. Tu queridísimo Jesús, a quien le demostraste tanto en la tierra que le amas, te bendice en la Trinidad, con tu queridísima Rosa Mystica, con tu queridísima Rosa Reina de Heroldsbach, con los ángeles, con tu querido Padre Pio, él también te acompañará, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Nos vemos pronto, Mi querida hija, entonces estarás conmigo para siempre. Amén.

Jesús estaba brillantemente iluminado mientras rezaba el rosario en la cruz. Sobre todo, Su corona de espinas y también Sus heridas se volvieron de un rojo oscuro. La sangre goteaba de Sus manos y pies en la cruz, y más tarde también de Su costado. Un ángel, creo que era el Ángel de Olivos, sostenía el cáliz bajo Su herida en el costado y la sangre goteaba en él, Su preciosa sangre. La madre de Jesús estaba bajo la cruz y lloraba amargamente porque Jesús murió por tantas almas que no le esperaban. Y este anhelo del Salvador siempre permanece. Son Sus criaturas y Él espera a todos y debe renunciar a muchos que no le muestran esta obediencia.

Queridísima madre, tu hija María te consuela. Lloraste tantas lágrimas. Ella vio tus lágrimas. También llévala en tus brazos y acompáñala en este camino, entonces será más fácil para ella.

Ahora se ha añadido el santo arcángel Miguel. Lleva una túnica dorada y hoy tiene alas blancas como la nieve. Ahora mantiene alejado todo el mal de María. Ha recibido la gracia santificante, el regalo de bodas, dijo, y se le permitirá entrar en el cielo sin mancha. Él dice: Gracias también por esta gracia que se te permite experimentar esto. Es un gran regalo estar preparado como esta hija María, a quien el Salvador ama tanto. La Madre Celestial agradece por los muchos rosarios que siempre se resbalaron de sus manos. Son la escalera al cielo. Y en estos rosarios los subirá y los acompañará.

Gracias, querida María, gracias Sra. S. por todo el amor que has mostrado al Salvador y a nosotros. Siempre pensaremos en ti y podremos llamarte, dijo el Salvador. Ayúdanos a salvar muchas más almas de sacerdotes. Ese siempre fue tu deseo. Esto debe ser un legado para nosotros aquí en la tierra, que también seamos fuertes en la oración y atraigamos a muchas almas de sacerdotes, que de otro modo se perderían, al cielo con este rosario. Ayúdanos, querida Sra. S. Profundamente nos unimos a ti en la oración. Y nadie puede quitar este recuerdo. Es la vida sobrenatural y esto debe estar frente a nuestros ojos una y otra vez. Cuando se nos dificulta despedirnos aquí en la tierra, queremos mirar lo sobrenatural y nada puede separarnos de ello. Todo es transitorio, solo el cielo es eterno y perdurable. El Alfa y el Omega eres Tú, Padre Celestial. Aquí está tu hija. Recógelas. Ella está lista para ti. La amas y la bendices en este camino. Amén.

Orígenes:

➥ anne-botschaften.de

➥ AnneBotschaften.JimdoSite.com

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